jueves, 12 de febrero de 2015

Palabras de Paloma Fernández Gomá sobre Mar de azogue de José Juan Yborra.

José Juan Yborra Aznar es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla. Ha sido Premio Extraordinario de Doctorado por la Universidad de Cádiz con la tesis sobre la narrativa de Caballero Bonald. Tiene una larga carrera dedicada a la investigación y a la enseñanza como profesor de Instituto y de la UNED. Ha investigado el habla de la frontera sur de Europa y del norte de Marruecos así como la de Gibraltar.
Es un estudioso de la literatura en todas sus vertientes: educativa, cultural, académica y creativa como lo refleja su exposición fotográfica acompañada de textos líricos acontecida recientemente en Algeciras, en la sala de exposiciones del edificio Kursaal, y ahora con su poemario Mar de Azogue, publicado en Málaga por la prestigiosa editorial Corona del Sur.
Quiero iniciar mi visión de Mar de Azogue con la cita de los primeros versos del poema Creación: “Llegó tarde, impura, desbocada, / imponiendo el caos con la fuerza injusta/ del general invicto,/ dislocando los ejes de los orbes,/ y dejándote desnudo, frágil y solo/ ante espacios hasta entonces domeñados…”
Así llega la poesía tardíamente, al poeta José Juan Yborra, que como apunta Caballero Bonald en su prólogo, lo hace desde la filología y la crítica literaria poniéndose de manifiesto matices teóricos de sintaxis y léxicos, con la emoción del investigador; pero yo añadiría que también lo hace desde la ilusión de quien siempre contempló la poesía como una materia no sólo de estudio sino también de comunicación con el “otro yo”, que anida en cada persona.
Todos tenemos un yo interior a quien confiamos nuestros pensamientos y a quien preguntamos sobre nuestras decisiones y José Juan ha encontrado en la poesía a su interlocutor perfecto, que es capaz, desde la belleza del verso bien construido y la emoción contenida, establecer un discurso lúcido de palabras que transmiten la emoción del momento reflejado. Y son muchos esos momentos, las emociones, las vivencias que nuestro poeta transmite desde Mar de Azogue.
En el poema titulado Barlovento describe un paisaje de aproximación y distancia:” bajo inconstantes ráfagas/ del siempre irreflexivo barlovento.” (pag. 23).
En el poema Gramática, el poeta se revela: “No quiero ser nombre, habito lejos de la sustancia,/ tampoco adjetivo, siempre al lado de,/ no nací para ser verbo, desprecio las acciones,….”
(pag. 31).
El autor nos presenta su posición, a través de expresiones gramaticales que van sumando un descontento ecléctico de superposición de ideas y reflexiones, que ponen de relieve a lo largo del libro el carácter soñador del poeta.
En Luna de papel (pag. 33) un sentimiento neorromántico se asoma en versos que posibilitan un renacer dormido en pos de una regeneración del caos interior.
La soledad, la pasión que se esconde en el poema Paradoja visual o la naturaleza que suscita el poema Regeneración nos remite a otros versos donde el surrealismo o la contemplación de los sueños invita a leer versos como:”Cielo cobalto, sonoro, impertinente,/ pantalla plena de vida y movimiento…/”
Las estaciones del año se reflejan en el poema Estío, donde se habla de la brevedad de la vida. Pero se denotará un auténtico acercamiento a los cánones neorrománticos que postula Mar de azogue en el poema Poesía, donde escuchamos: “ Sólo está cuando la escribo y tú la lees.”; verso que cierra el poema y que nos acerca al legado romántico de Bécque:¿Qué es poesía dices ...poesía eres tú…”.
El mundo exterior, la omnipresencia del alma materializada en la palabra del poeta, la realidad circundante con sus trazos físicos inmersos en lo inmaterial de la mirada o la ensoñación contemplativa de los trazos bien definidos de las leyes de la Física, que se desvanecen en la imagen hasta claudicar ante la incertidumbre de apariencias vulgares; se incrustan en el tiempo del azogue y su mar para buscar un nuevo amanecer; éste es pues el propósito que busca hallar José Juan Yborra y así lo promulga en Ubi sunt? :” ¿dónde están los dulces azules de mayo,/ los virginales reflejos en arrecifes planos,/ los bornizos constantes sobre trazos blandos,/ los pálpitos nuevos de alientos desbocados…” (pag. 65).
El sentimiento de melancolía o la reflexión sobre el infierno, el purgatorio o el paraíso son cuestionados por el poeta como un escalón más de aproximación a los aspectos que sobre el alma y su devenir se transmite en el poemario, pues si el insomnio revela para Yborra un tiempo que enmudece y borra las lindes de lo consciente, también posibilita un estado posterior, un sentimiento de protesta que delimita las leyes de la física, el esplendor del sol, la recepción de lo que somos y el por qué de nuestro vacío ante muchas cuestiones que se plantean a lo largo de nuestra existencia.
De todo lo transcurrido en el poemario, hasta ahora, ha ido sembrando en el poeta y, por qué no, también en el lector un sentimiento de derrota, un eco de silencio o el planteamiento de una conciencia inacabada que se ve obligada, en cierta medida, a buscar en los sueños una salida hacia su “otro yo”, yo con letra mayúscula, que reclama una llamada de atención para buscar una alternativa, donde la necesidad de “lo imaginario” conduzca a una senda de valores hacia el efecto Foehn; entonces se cuestiona el poeta: “ A qué me suena todo esto”. Quizás sea la separación entre la llegada y la partida, lo efímero y lo eterno; mas luego se plantea Yborra:

Ni un río ni un amor:
tan sólo una cloaca
cubierta a los vientos sajones
y a los que ocultan vegetales, el océano inmenso;
tan sólo un abandono
abierto a los aires vacíos
y a los que ocultan, minerales, el placer compartido.
Poema: Ayer (pag. 123).

Yo diría que después de este poema al que acabamos de hacer referencia; el poeta se replantea su posición frente a su obra Mar de azogue, y sus versos se tornan más cercanos, más próximos a su yo cotidiano y busca entres las sombras “ dar sentido al infinito” o hallar el día en que dejó de ser niño, para darse cuenta en el poema Tarde de junio, de que nada pervive, sólo el puntual recuerdo que hace revivir los deseos de quien los escribe.
Después encontramos un espacio para poemas tales como titulado, Córdoba. Y el poeta escribe: “ ciudad de siglos, experta en disimulos,/de palabras rimadas y encubiertas..”
La experiencia docente de José Juan Yborra le lleva a escribir estos versos:”Entre ataques aéreos y miradas clandestinas/ se renuevan cada año afanes, apuntes,/ manuales, objetivos, lecturas y programas…”
Es Escribir el título de uno de los últimos poemas del libro y también es igualmente el anhelo que tiene el poeta para llenar de sentido los espacios vacíos o recorrer el camino de lo ya vivido, y que se debate entre la inspiración y la firme decisión de contar imágenes pretéritas constitutivas de perfiles y distancias donde se reconstruye el yo interior que navega en el olvido de los años y busca dar rienda suelta al recuerdo, que hilvana sensaciones o versos que estuvieron dormidos y que han visto su despertar en este Mar de azogue.
                                                                               *
                                                  Algunas fotos de la presentación

2 comentarios:

  1. Haces unas presentaciones muy buenas, me has sorprendido muy gratamente, se aprende de ellas, gracias, paloma, un abrazo.

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  2. Haces unas presentaciones muy buenas, me has sorprendido muy gratamente, se aprende de ellas, gracias, paloma, un abrazo.

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