domingo, 15 de septiembre de 2013

PRESENTACIÓN EN EL ATENEO DE MÁLAGA  DEL LIBRO ENTRE  DOS AGUAS DEL ESCRITOR  LEÓN COHEN MESONERO

El pasado  día  11 de septiembre tuvo  lugaar en el  Ateneo de  Málaga la presentación del  libro
 ENTRE  DOS AGUAS  de Léón Cohen Mesonero escritor algecireño nacido  en  Larache y Catedrático de Ingeniería Química de la  Esecuela  Politécnica Superior de Algeciras (Universidad de Cádiz).
El acto contó con la  intervención  del también  escritor  Francisco  Morales  Lomas vocal de narrativa del Ateneo y presidente del la Asociación  de  Escritores y Críticos Literarios de Andalucía, quien hizo un  recorrido preciso y en profundidad del libro de  Cohen, que a continuación  publicamos por el interés literario que representa sobre el  libro en cuestión.

“Siempre he creído que relatar unos hechos anodinos que deambulan perdidos por la memoria del autor y que a pocos o a ninguno pueden interesar, es la manera que tenemos algunos escritores de ser generosos con las personas y los paisajes que poblaron nuestro pasado” (p. 116). Estas palabras pertenecientes al comienzo del relato “Retrato” pueden servir para contextualizar las razones de la génesis de la mayor parte de estas historias (desde luego las incluidas en el apartado inicial y más amplio del libro, titulado “Relatos”) del libro Entre dos aguas del catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Cádiz, León Cohén Mesonero, que con anterioridad había publicado Relatos robados al tiempo (2003), Cabos Sueltos (2004), La memoria blanqueada (2006), Ufrán y otros relatos (2010) y Cartas y Cortos (2011).
El lector se puede preguntar qué tienen que ver la química, la alquimia y la creación literaria en este escritor nacido en Larache y residente en Algeciras desde 1968 en cuya Escuela Politécnica Superior es profesor. Desde luego que el lector no es Borges, porque si lo fuera esta pregunta no tendría ningún sentido, pues la relación entre estas disciplinas está perfectamente explicada por el profesor Cohén Mesonero.
En uno de sus cuentos más borgeanos, “El alquimista”, publicado en la segunda parte del libro, “Cuentos”, plantea esta interesante cuestión que podría ser la génesis de cualquier relato del extraordinario escritor argentino: al personaje L. le han encomendado escribir un cuento pero se siente incapaz de crearlo, reclama a un viejo y sabio amigo, el alquimista, que le propone aplicar los conocimientos de química a la escritura y esboza interesantes reflexiones sobre la creación literaria: “Las palabras son una secuencia de caracteres dispuesta al azar… cada idioma posee su propia secuencia… en el fondo las historias existen antes de que el escritor las describa. Las palabras flotando en el aire de nuestra memoria esperan ser derramadas sobre el papel… Mi propuesta es aplicar la destilación como medio para separa las palabras, sí destilar palabras, es el fundamento, no puedo explicarte más, en la receta encontrarás todo el detalle” (pp. 161-162).
Como nos indica en el “A modo de prólogo”, Jacobo Israel Garzón, el escritor disfruta con temas y asuntos familiares o relativos a sus vivencias en Larache, Rabat, Tánger y en ellos muestra sus raíces sefarditas y castellanas (hijo de padre judío y madre castellana) genera un conjunto de vivencias que son trasladadas al lector como si fueran testimonios o confesiones (en ocasiones epístolas a personas ya desaparecidas) que poseen la impronta de la conmoción emotiva y la construcción de un tiempo ya vivido.
Hay dos grandes apartados: “Relatos” (41 escritos) en los que incluye cartas, reflexiones, construcciones memoriales, descripciones de personajes (siendo su padre Jacobi el que con mayor intensidad aparece en muchos de estos textos), situaciones, deseos y aficiones (el cine alcanza una gran importancia), lugares para la memoria (y donde vivió un tiempo como Larache, Tánger, Rabat, Marrakech…)… Podríamos decir que este apartado es un canto a la memoria y a su reconstrucción en el que se palpa un gran observador de la realidad y un fino analista del detalle. El tono es profundamente afectivo y, a veces, conmovedor, dotado de un lirismo emotivo que para las personas retratadas puede alcanzar grandes dosis de sensibilidad. A través de ellos podemos apreciar algo que está muy presente en su obra, sus profundas convicciones democráticas, su sentido de la responsabilidad, la justicia histórica, etc. Un fundamento ético (a veces moralizador, aunque en determinado momento afirme que no persigue este componente) que está muy presente. Así se hace manifiesto de un modo explícito en el cuento ya citado de “El alquimista”, donde se define perfectamente heredero de una cultura sefardita por parte paterna y de la sobriedad castellana por parte materna, hijo por formación de la escuela republicana francesa y andaluz por vocación y sentimiento, desprecia la incultura, la mala educación, la trivialidad y la vulgaridad, odia la prepotencia y la impunidad, adora la poesía, sigue a Camus y Dostoievsky, aborrece la sociedad mercantilista y utilitaria, admira la humildad, la naturalidad, la honradez, la sinceridad, la educación y la tolerancia, y no se considera moralista pero sí que el ser humano debe esforzarse en hacer de la vida algo útil para nosotros y para los demás.
Hay muchos más principios que resalta sobremanera el autor en historias donde critica también la incoherencia de los políticos, enumera las razones para el desengaño y es fustigador con ese pasado atroz de la dictadura. Muchas de sus historias tienen el espacio temporal de los años cincuenta, cuando el autor estaba en plena infancia y esta aureola emotiva surge con fuerza en muchas de ellas que se convierten en una invitación al recuerdo y a la reconstrucción memorial en blanco y negro. Situaciones con la delación presente, historias de la guerra civil, breves historias de amor, la síntesis entre lo musulmán y lo cristiano, la reflexión y la conformación de un mundo ya periclitado permiten hablar de un ámbito para la fotografía y la reflexión crítica: “Toda nuestra infancia –dice-, toda nuestra España, era un parche para seguir tirando, porque cuando fuésemos mayores, seríamos otra cosa y nos compraríamos el tren o la bicicleta que los mayores no querían o no podían regalarnos” (p. 47). El padre Jacobi, la madre Victoria (en menor medida), la abuela, la prima Flora, el tío rojo León, don José, la comunidad judía, su vida en el internado… pero también los espacios y los lugares como la calle Barcelona, la calle Real… permiten hablar de un recorrido sentimental por la memoria de un hombre que se considera más cerca de la rudeza bereber que de la castellana y que es consciente de que “el conocimiento de nuestro pasado –como sucede en estos textos- nos acerca más a nosotros mismos y nos enseña por qué somos lo que somos” (p. 105). Lo que nos permite adentrarnos a su vez en el concepto de identidad y en la definición de esta como un cúmulo, un mestizaje de culturas que surgen con fuerza en estas historias, en estas cartas y reflexiones sobre la amistad.
La segunda parte, “Cuentos” la conforman cinco historias en las que está muy presente un realismo mágico de carácter simbólico más cercano a los cuentos de Las mil y una noches que a la narrativa hispanoamericana. La historia de Rachid podríamos considerarla como una parábola moral cuando es visitado por tres seres extraños que le hablan de tres principios honorables: Sabiduría, Honradez y Humildad, que debían ser guías para toda una vida. En “La Biblioteca” surgiría también una relación mágico-simbólica en la que se reflexiona sobre la creación a través de las propuestas de los muñecos de las estanterías que advierten de guías vitales y existenciales, como también sucede en la citada “La alquimia”. Para finalmente adentrarnos en las dos últimas historias en el ámbito de la naturaleza de la verdad y la mentira y su impostura.
Multitud de historias que conforman una visión de una época, de un paisaje, de un mundo interior que nos delimita y nos conforma como individuos que creen profundamente en la verdad y su configuración.


Después intervino Paloma  Fernández Gomá  poeta y crítica  literaria quien  versó sobre el libro  presentado con el siguiente  artículo:

La última entrega del  escritor  larachense y algecireño  León Cohen  Mesonero, publicada por Hebraica Ediciones, ha visto recientemente la  luz  con una exitosa presentación en Madrid, donde contó con la   presencia del  prologuista del libro Jacobo Israel  Garzón, que hablaba de forma concisa y sustanciosa en su prólogo de la  calidad narrativa  de León Cohen, dentro del género epistolar,  así como el marcado  carácter  pedagógico y universalista de  su  prosa.
El  libro que  consta de cuarenta y un relatos y cinco  cuentos, mantiene la impronta narrativa de nuestro  autor, clarividente y bien documentada, en todo momento; basada en la  capacidad de observación de León Cohen, donde  los  hechos  narrados  socavan la introspectiva más elocuente de quien  fue fiel observador de lo  vivido o  identifica  hechos, analizando circunstancias y sacando conclusiones.  Pues nada  en la  narrativa de  León  Cohen ocurre sin una base de equilibrio  entre  lo espiritual  y lo  real, adecuando cada momento a su instante o documentando aspectos históricos con la  realidad  vivida.
Todo ello secunda una particular  forma  de expresar el sentimiento de lo vivido, pensado  o transcurrido en derredor  a  una realidad cotidiana dilatada en un tiempo anterior, presente o con perspectivas  de futuro.
Los  relatos  de León Cohen son sugerentes y discurren dentro de un  discurso preciso y bien  trazado entre  la  singularidad del yo,  sujeto que escribe, y lo referido.
Me  gustaría destacar el  relato  CARTA A UNA AMIGA AMERICANA, donde se pone de manifiesto  el  trato a la  mujer, a través de la palabra de una  ciudadana musulmana. El relato manifiesta la exclusión  de  la mujer en muchos aspectos.  Una realidad que se vive a diario, una  diferencia que se acentúa  en muchos  aspectos, pese a que  la  mujer haya  avanzado mucho en  igualdad.  En todo  caso el relato  en cuestión da  pie  a  muchas cuestiones.
En CARTA A JUANITA NARBONI tendremos en cuenta, las palabras de la profesora del Instituto Cervantes de Casablanca, Sonia Ortiz, que sostiene el valor de esta carta como ejemplo de  texto  explotable didácticamente para la construcción y desarrollo de la  competencia intercultural a través de la  incorporación  de  la literatura.
ALGUNOS RECUERDOS DE MI  LARACHE, en este relato  los nombres de personas,  calles,  plazas o  negocios se entrelazan en la memoria  y podemos  leer: “Hermoso recuerdo  de  aquellos recorridos misteriosos que nuestra imaginación infantil  poblaba de sucesos y fantasmas improbables y que  más  tarde,  en varias  ocasiones he  vuelto a recrear en sueños”. Cristianos, musulmanes y judíos compartían el día a  día.
RECORRIDO SENTIMENTAL  POR LAS CALLES DE LA MEMOERIA, es otro  de los relatos, donde podemos leer: “En aquellos  descampados tenían  lugar  nuestras  guerrillas de moros y cristianos a pedrada  limpia, en ocasiones, nos protegíamos con  escudos de madera algunas veces reales y otras imaginarios, porque eso sí, nos  sobraba imaginación. Mi  vecino Pepe Ortega Padilla, era nuestro  jefe. Más  tarde una suerte de casas  adosadas que  siempre se me antojaron  ser unos pabellones  militares y algo más  distantes, al final de ninguna parte, los tres cementerios, los cementerios de las tres culturas, aquellas que hicieron a España  y a Andalucía  grandes entre las  grandes,  siglos atrás.”
En  CARTA A MI  PADRE, es donde el  autor habla a su padre y le dice que las  cosas no  han cambado demasiado y se sigue matando  en guerras absurdas.  Pero será en ODA AL PADRE, donde  León Cohen  eleva el tono de  su pensamiento  y se  torna poeta en versos sonoros y exultantes, no rimados, pero con  melodía:
“ Acudo a mis  asuntos, me resguardo  en  mis cosas,
me consuelo  con la  muerte inevitable, consustancial,
me congratulo de tu vida vivida, de tu muerte rápida,
sin sufrimiento,  digna”.
De los  relatos más recientes del libro  ENTRE  DOS AGUAS,  refiero el  titulado EL  JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES, donde  podemos   leer:
“¡Ah mi jardín de la primera  infancia, de  mis primeros  saberes y de mis descubrimientos!
¡Jardín  de los  mil  secretos y de  los mil encuentros!
¡Jardín de los misterios!
¡Jardín  de los frutos prohibidos!
¡Cuántas veces  te recorrí y cuántas  veces  he vuelto a  recuperarte en sueños!
Y es la  palabra de León Cohen sabia  y acertadamente empleada, la que asume la realidad de lo vivido, expresa sentimiento,  más allá  del marco circunstancial de lo meramente escrito y traspasa, habla y emerge como vivencia  habitada de lo  que se lee en las  páginas de un libro . Y así, sus palabras recrean momentos propios y ajenos, los  que  yo personalmente viví en aquel Jardín de las Hespérides de Larache,  hace ya muchos años.
No quisiera terminar esta palabras sin antes hablar de la  figura literaria  que  representa León Cohen  Mesonero, un escritor necesario para entender la interculturalidad  entre las dos orillas del Mediterráneo, fiel intérprete de las Tres Culturas que siempre han convivido entre nosotros, donde las tres religiones monoteístas han sido  una constante  a través del tiempo y han marcado  una  norma de conducta alternativa basada en  lo diferente como nexo entre pensamientos.

 A continuación tomó la palabra el escritor Sergio Barce nacido en Larache  y residente  en Málaga, quien revivió la memoria del las vivencias de León Cohen en Larache y narradas en el  libro.  Cerró el acto  del autor,  León Cohen Mesonero  quien leyó un  breve artículo ensayístico  que tuvo su origen en la presentación del libro en Madrid durante  una  mesa redonda en trono a la  obra; que más tarde  fuera presentada en Algeciras en Fundación  Campus  Tecnológico Bahía de Algeciras.

Fotografía de la mesa durante la  presentación  de ENTRE  DOS  AGUAS  en el Ateneo de  Málaga, de  izquierda a derecha Paloma Fernández Gomá,  Sergio  Barce Gallardo,  León Cohen Mesonero y Francisco Morales Lomas.
Recomendamos entrar  en el blog de  Sergio Barce para ver más  información  sobre el acto:

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